Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

martes, mayo 30, 2006



Reingeniería

La reingeniería de un sistema da lugar a una mejora continua.

Fue lo que hice luego de preguntarme:
-Si sigo desconforme con los resultados, debo estar cometiendo una y otra vez los mismos errores.

Por lo que le pegué una patada al tablero...
y por que no,
algún orto también se llevo puesto un zapato.



La canción la conocí en el blog de Pipita.

sábado, mayo 27, 2006




Don’t wait me for dinner.

Hoy me dije adiós.
No se quién va a volver.





(Fasten your seatbelts. It's going to be a bumpy trip).

lunes, mayo 22, 2006



MI MARIDO, YO Y SUS CUARENTA

PARTE IV – You've come a long way, baby.

Comencé a notar que tenía brillo. Y no es que me estaba enamorando nuevamente del hombre en cuestión: se colgaba oro. Así de simple. Así de sencillo es como se hacía notar. Jamás un brillo intelectual. Jamás una frase con contenido. Jamás un cursillo sobre algún tema trascendente. Simplemente oro: es más fácil de adquirir que el conocimiento, se nota más rápido y las mujeres se percatan al instante. Es el efecto deseado. Porque mirado desde el punto de vista práctico (el de los bifes), a quien le interesa que tenga algo que decir si es que lo tiene. Y si tuviera entre 18 y 28 años y un físico digno del mejor stripper, a quién le importa que hable.

Hoy es una cadenita al cuello. Pasado, una pulserita. Luego viene ése encendedor de oro. Lapicera también (para escribir pavadas, pero que se note). Reloj con mucha marca. Anillo (no de casado) con piedra, celular (para navegar por Internet, súper minúsculo e inversamente proporcional al tamaño de las tetas que pretende ganar), notebook, anteojos de sol tipo aviador…

¡Pobre tipo! Se levantaba dos horas antes para producirse, alhajarse, pasar lista al inventario de las cosas absolutamente útiles y necesarias en la vida de todo un self-made man. Y así todas las mañanas marchaba a enfrentar al mundo debidamente pertrechado.

Perfumado, look casual, casi natural, entre maduro interesante con onda juvenil. Huele bien. Aspecta bien. Todo un metrosexual. Indolente en su auto deportivo. Consulta la casilla de mensajes de su celular. Los anteojos solares con marco de oro protegen sus ojos de las miradas indiscretas mientras va monitoreando la calle en busca de su presa. Cauteloso, desafiante, seductor, seguro. Hoy va a ser otro gran día para el Rey León. Bravo semental dispuesto a complacer la hembra que caiga a sus pies.


Mientras tanto en la casa su mujer, también de cuarenta, se viste presurosa para hacer las compras. Se pone ese jean gastadito y una camisita de seda adherente. Rápidamente cepilla su cabello largo, sedoso, brillante. Algo de perfume. Un toque de rouge. Le brillan los ojos porque mientras se cambia Phil Collins le canta desde un viejo CD. Diez minutos y ya está lista para ir al supermercado.

Sale a la calle ágil y sonriente. Sabe que los cuarenta le están sentando mejor que los treinta: la mirada de aprobación de los transeúntes se lo confirma. Es una señora de cuatro décadas.

Saca de la cochera el auto familiar y cuando un semáforo la detiene, percibe la mirada intensa del conductor del importado blanco que está a su izquierda. Maduro. Mayor que ella. Look ejecutivo. Finamente vestido. Buenos dientes. Sonrisa cautivadora y cómplice. Actitud displicente. Un genuino ganador. Un cazador listo para empezar a jugar el sempiterno juego de quién caza a quién.

Ella recuerda entonces las palabras que en alguna madrugada un pseudo filósofo medianamente alcoholizado dejó caer en una reunión social:
-Cada vez que se mira una mujer es la mujer de alguien.
Ella en ese momento se siente la mujer de alguien: alguien en el camino de ser un soberano.
Soberano cornudo por propia decisión.

Y ya lo va sabiendo, no por conocimiento adquirido, sino como recuerdo ancestral desde que la humanidad es tal, que en la guerra de los sexos no gana el que tenga los bueyes, sino aquella que tenga el incentivo que los haga tirar.


“Hoy en día la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”.
Woody Allen


viernes, mayo 19, 2006



MI MARIDO, YO Y SUS CUARENTA


PARTE III – La metamorfosis.


Este hombre nuevo fue emprendedor y no se quedó ahí. Amplió sus horizontes con los deportes, el fitnes, las dietas saludables y rejuvenecedoras. Excelente estilo de vida: toda la familia quedó saludable y rejuvenecida menos él porque durante los ataques bulímicos nocturnos se autodestruyó con los dientes.

Verdurita. Jugos frutales

Cruz diablo a las calorías.
Extenuantes y sudadas sesiones de gym.

Agobiantes purificaciones en baño turco y finlandés.

Se depiló fosas nasales, auditivas y otras pilosidades también.
Manicura esmerada en manos y pies. Uso y abuso del espejo grande. Ese que antaño tanto criticó era donde ahora observaba detenidamente su perfil. No el nasal, el abdominal obviamente. La busarda le dicen. Hinchazón, retención de líquido, hoy no fui de cuerpo, etc.
Cuando hay imaginación y ganas las excusas sobran.

Me preguntaba en forma asidua si roncaba durante la noche.
-No mi amor- le decía yo, cuando en realidad había bramado boca arriba, boca abajo y de costado también; boca abierta y cerrada y hasta el perro del vecino se había desvelado con los infames ruidos que brotaban de las entrañas del marrano.

… Lo ponía mal ese problema de orinar a cada rato.

Claro, era la mala comida que yo preparaba, porque… próstata es para los viejos solamente, y él todavía era un pendejo y mal rayo parta a aquel que dijera que estaba prostático.

Y así entramos en la faz automotriz de la cosa.

Con el familiar cuatro puertas se consumía mucho combustible por lo fue necesario e imprescindible adquirir un auto para él, pequeño, ágil, veloz.
Un modelo nuevo que lo trasladara en forma confortable y segura.
Rojo, por supuesto.
Aunque después de haber pagado el auto todos quedamos en la duda de donde estuvo la economía, mientras el sujeto reverdecido sonreía mezquinamente.

-Je je-. El malvado Pierre Nodoyuna ya estaba pensando en atrapar a cuanta Penélope Glamour se cruzara en su ruta.

Sus horizontes sociales y su comunicación con el medio que lo rodeaba se ampliaron.

Noto un buen día que las cajeras de los supermercados, las vendedoras de las tiendas, las expendedoras de combustibles, las camareras, cualquier cosa de sexo femenino que tenga dos patas, 18 a 28 años, respire, pese más de 40 kilos y menos de sesenta preferentemente, intercambiaban palabras amables con el sujeto en cuestión mientras yo me iba transformando en la mujer invisible.

Pero no sorda.

Tampoco ciega.

Esta historia continuará…

martes, mayo 16, 2006





MI MARIDO, YO Y SUS CUARENTA

PARTE II – El despertar.

Todo comenzó un día con algún indicio que pasó desapercibido por toda la familia: algo nuevo, pequeñito. Una pulserita, un corte de cabello moderno. La onda en la ropa fue casual, juvenil, más juvenil, más y más juvenil: no se puso pañales porque nadie quiere un viejo que parece pendejo y está cagado.

Hmmm…, esas mañanitas en las que la cocina olía a café con leche se transformaron súbitamente en un muestrario de perfumes caros. La publicidad ya había garantizado a la audiencia masculina que ese olor a bravo semental haría que las yeguas en un radio de alcance científicamente comprobado relincharan en medio de orgasmos mentales con sólo olerlo.

Volviendo a la cuestión del pelo, ésta no sólo terminó en el corte (quede claro que si hubiera glosario, corte se refiere sólo a los casos donde existe algo que cortar), sino que siguió con la tintura de las canas (las guachas hablaban a las claras, más bien gritaban al mundo que ya no se era lo que se pretendía aparentar)… ¿Sería caer muy bajo mencionar la iluminación del “mechón” sobre la frente?

El cutis. Cómo olvidar el cutis si yo misma le enseñé que existían las cremas antiarrugas, las sesiones nocturnas y matutinas de embellecimiento y prevención, limpieza profunda y loción tónica. Claro que las cremas ayudaban, pero no hacían milagros. Las bolsas con arrugas ya se habían instalado. Y no lo habían hecho solas. Él había ayudado a fuerza de cigarrillo, cerveza, comida chatarra y por sobre todas las cosas con su eterna expresión de cara de culo agrio. Si pensamos que el culo ya tiene un frunce y a eso le sumamos lo agrio, el efecto era el imaginado.

Despertaron al mundo familiar nuevos intereses: la ropa interior, la higiene personal y las medias nuevas. Este nuevo hombre que durante su erguida juventud (cuando estuvo erguido lo que debía) jamás reparó en slips viejos, medias con agujeros y olor a patas metamorfoseó súbitamente emergiendo de su crisálida con ropa interior impecable y oliendo a bebé recién bañado…

Zás!, la corona de cuernos estaba dispuesta y la candidata a ser coronada era una sola: yo.
La coronación pudo haber tenido lugar en cualquier momento, pero si el hombre en cuestión se fue un buen día por la mañana con los boxers al derecho y a la noche los trajo puestos al revés: BINGO, ya era reina.



Esta historia continuará…

lunes, mayo 15, 2006



MI MARIDO, YO Y SUS CUARENTA

PARTE I – Ser.


“Hoy en día la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”.
Woody Allen.

En la época en que mi ex marido enfrentó los tan temidos cuarenta regresó al Principio Del Placer: “Todo, ya, para ”, en tanto que yo respondía más al Principio De Realidad: “Lo posible, en su momento, para Nosotros”, situación que nos llevó a una batalla que estuvo perdida aún antes de empezar pero que generó en mí, hoy como ayer, un profundo deseo de pegarle duro.

Parecía que el hombre había enloquecido. Pero la locura que lo afectó no fue ni magnífica ni brillante: se transformó en un pequeñito, cruel y mezquino ser ocupado en atrapar la juventud que se le estaba escapando, mas bien huyendo en estampida hacia otros lugares más bellos y felices.

Y es así que los cuarenta lo encontraron sumido en una profunda y desesperada lucha por ser. Ser mirado. Ser deseado. Ser joven. Ser bello. Ser, ser… Aunque muy dentro suyo sabía que la guerra estaba perdida, no iba a rendirse tan fácilmente… El hombre en su desesperación no había madurado el hecho que sólo en la aceptación de su derrota estaba la victoria. Pero él sí ganó…no lo que quería, pero sí lo que merecía.

Por supuesto que ser era de las puertas del matrimonio para afuera: su nunca bienamada esposa jamás pasaría por esa puerta. El sagrado recinto del ser varonil me estaba vedado porque yo, su mujer, la bruja, ya no era juvenil, deseada, sensual y ardiente exponente del género femenino que sería beneficiada por él.

Empezó así el calvario de aquel que quiso ser y su lucha para lograr lo que no era y nunca sería.

Esta historia continuará…


Nota: Los hechos y personajes aludidos en este post son ficticios. Cualquier similitud con la realidad corre por cuenta del lector, en tanto que la autora se inspiró en personajes de Tolkien (ejem, ejem,…Gollum).

viernes, mayo 12, 2006




La Laja Ferpecta


Yo quiero que alguien me diga que estas lajas SON CUADRADAS.
(Cuadrado: es la figura que tiene 4 lados iguales, que en este caso debería ser
26 x 26 x 26 x 26).


De acuerdo a la definición anterior, 25,50 x 26 x 25,50 x 26
NO ES UN CUADRADO: ES UNA CAGADA.



YO elijo colocar en mi patio piso de primera o de segunda selección:
YO y MI BOLSILLO.
Pero cuando me venden segunda al precio de primera
siento que faltó vaselina y hago bardo.
Y me pongo peor todavía cuando no me quieren reconocer ($$$) que
me vendieron mierda,
y que tendría que haber medido los baldosones,
UNO POR UNO,
antes de colocarlos.
Bien, tienen razón:

Yo no mido.

Consecuencias es lo que no mido.


Este es el tipo que me los vendió: ahí va el escrache con pito, cadena y teléfono.








(En el acto: se refiere al acto en el cual el cliente levanta el teléfono para recordarles que se olvidaron de entregarlos y que el albañil que tenías contratado no labura gratis).

PD.: Esto es Morón y Pepinette fue la papparazzi.

sábado, mayo 06, 2006




Lo pedís....Lo tenés



Con Ustedes San Pija:



Con sonido es mejor.
Sin sonido también vale

lunes, mayo 01, 2006



Los Vampiros de la lástima.

Hay gente que encuentra su vida tan fascinante que la convierte en un tema de disertación recurrente, transformando un diálogo en un monólogo abusivo.
Sordos verborrágicos, ciegos incapaces de ver el aburrimiento que generan:
son los ombligos del mundo.


Francamente no soporto una persona que constantemente dice:
-…pero YO sufrí mas que vos.
-…vos no sabés, a me fue peor.
- …si, pero no sabés las que YO pasé.


Todo seguido de una detallada perorata sobre sufrimientos, pesares, enfermedades y avatares diversos de SU vida.

Dueños de la razón, sempiternos penitentes, incapaces absolutos de verte como una persona sino como una gran oreja que los DEBE entender y compadecer.