Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

sábado, julio 29, 2006




MI PIE IZQUIERDO




Debo admitir que soy buena vendedora, que lo tomo como un reto y si me dicen que tengo que vender cubitos a los pinguinos no me voy a asustar.

Toda mi vida he sido comerciante, oficio que disfruto enormemente y que me ha dejado más de una satisfacción y miles de anécdotas curiosas.

Pero rescato una historia en especial, de la época en que Pepinita era bebé y teníamos un polirrubro estilo pulpería. Desde forros hasta bijouterie enchapada pasando por zapatos, de todo había.

La anécdota es que un aparador de zapatos me dejó mercadería a consignación. El hombre no vino más y ésta quedó.
Vendí todos los pares menos uno: el que por error tenía dos zapatos derechos.


Pero Pepina, fiel a su religión, encontró el comprador, y con el se fueron dos zapatos derechos.


La pregunta es:
¿Cómo hizo Pepina para vender dos zapatos derechos?


lunes, julio 24, 2006




FEDERICA





Federica, la mujer de las mil caras.
También conocida como La Mano Amica.

Ciudadana del mundo,
por estos pagos se la suele llamar cariñosamente:
La Manuela.



* Nobleza obliga decir que el chiste lo conocí en una concurrida charla de café donde el tiempo pasa.
** La foto es de Jean-Baptiste Mondino.

sábado, julio 22, 2006




PARADISE GARDEN



The Walk To Paradise Garden



Uno se cree
que los mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.

Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta.
Te tienen tan
a su merced
como hojas muertas
que el viento arrastra allá o aquí...
Que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.


La imagen: "The Walk To Paradise Garden" es de W. Eugene Smith, fotógrafo de lo social y humanitario.
La letra de Serrat.
Mi agradecimiento a Patrizio.
Mi recuerdo a mi mamá, una niña de la guerra, que debió haber tenido una infancia tan feliz como supo prodigármela a mí.

Gracias Martín por Pensar, Sentir y Releer.

jueves, julio 20, 2006



ESTOY CALIENTE


Ser un boludo: a veces es inevitable.
Ser malo: a veces casi es perdonable.

Ser boludo y malo con Una Pepina:
es un suicidio.





Es lo que va a parecer.

miércoles, julio 19, 2006



ACABAS








de comprobar

que



pensar mal es lo primero que se hace...

domingo, julio 16, 2006



¿MITO URBANO?


- Ese culo no lo hizo cagando -

miércoles, julio 12, 2006



EL PECADO ORIGINAL

-Versión Pepina-


Sumándonos a la ola de controversias generadas por Dan Brown en el Código Da Vinci, hoy Una Pepina les expone su versión acerca de cómo fue perpetrado el Pecado Original.

Supuestamente todo gira alrededor de la fruta que se tira.
Y se dice que es Eva la que tiró la fruta.

Hoy, Una Pepina propone una fruta distinta.


Para mí que la cosa no estaba en morder la manzana
sino en la frutillita.

domingo, julio 09, 2006




CLIKEATE ÉSTA





Alguna acotación inteligente?
A mi no se me ocurrió ninguna todavía.

jueves, julio 06, 2006



EL SAPO Y LA PRINCESA

-Versión Pepina del cuento-

Epílogo



You've come a long way baby

"Has recorrido un largo camino muchacha"

Slogan de los cigarrillos Virginia Slims.


Es obvio que ni fuimos felices ni comimos perdices y terminamos en la palangana de un Tribunal de Familia dirimiendo algunas cuestiones que en este momento ya no vienen al caso porque detalle más, detalle menos, casi todos las conocen.
Repartimos todos los bienes del castillo, a saber: yo me quedé con mis hijos, las deudas y las pelotas bien puestas y el sapo se llevó lo que quedaba. La madre incluida.
Creo que fue la única discusión que tuvimos ya que me negué terminantemente a quedarme con el bardo. Sería la abuelita de mis criaturas, pero era una reverenda hija de puta.
La vejez no blanquea ni santifica nada.

Y es acá donde vuelvo a afirmar que la Naturaleza es sabia. Debe serlo ya que su misión es asegurar la perpetuación de la especie. (En algunos casos lamentables como el del nabo se perpetra).
Nos enamoramos, nos enceguecemos, nos calentamos y algunos procesos mediante tenemos pibes.

Bien, en el camino cumplimos con la sociedad ya que nos reproducimos y formamos familias.

Cumplimos con la industria de la construcción comprando ladrillos y demás menesteres.

Cumplimos con la industria de los electrodomésticos, aunque conozco algunos que cumplen con ésta más que con las otras ya que van por la tercer heladera, el tercer lavarropas, el sexto televisor y todos ellos en distintas casas. Los fabricantes y vendedores de electrodomésticos deben estar agradecidos a los eternos enamorados que nunca pierden la esperanza o la calentura.

Cumplimos con los obstetras, con los médicos, con las prepagas, los colegios, fonoaudiólogos, pañaleras, fabricantes de uniformes, etc. La lista es infinita.

Yo ya decidí que habiendo cumplido con todos,
hoy y lo que me reste de vida,
voy a cumplir conmigo.

Y colorín colorado, este cuento…

miércoles, julio 05, 2006



EL SAPO Y LA PRINCESA

-Versión Pepina del cuento-

Capítulo II




La loca, la sacada, la ciclotímica. Y es que en algo tenían razón. Luego de tanto esfuerzo había llegado por el camino más largo y sinuoso a la respuesta correcta a mis inquietudes: yo no tenía toda la culpa del cambio de color de mi rosada historia.
Educada en la cultura de las culpas, había asumido toda y cada una de ellas sin siquiera cuestionar en algún momento que quizás no eran todas mías. Pero me las había comprado todas y había emprendido la monumental tarea de recomponer sola un matrimonio de dos.

Bienvenida al mundo real. Ya la venda se me había caído de los ojos, había visto que mi príncipe no era azul, mi historia no era rosada, mi entorno era gris, mi vida chata y mi futuro… ¿negro?

Siguiente paso: se me comenzaron a aclarar las ideas. Dicen que la necesidad es la madre de todos los inventos. Yo necesitaba en ese momento una salida para evitar de la mejor forma posible para todos nosotros (todavía seguía pensando en todos) el lógico devenir de lo que se estaba viviendo y que de alguna u otra forma iba a terminar en la palangana.
Algunos vasos de gaseosa mediante sentada en mi sillón preferido en soledad (no necesitaba el consejo de nadie porque ya tenía en claro que todos de una u otra forma hacen las mismas cagadas y si me tenía que equivocar que fuera por orden y cuenta mía), llegué a la conclusión más sencilla de todas, la que por obvia siempre es la más difícil: si todo lo que había hecho hasta ahora no me había dado resultado, era evidente que algo mal estaba haciendo.
Era evidente que si no era parte de la solución, yo misma era parte del problema.
Y es en este punto donde se produjo la inflexión.

Comprendí que uno no puede cambiar al otro y a los otros pero sí puede cambiar uno mismo. Y como vivimos en un sistema, cuando un elemento cambia, todos los demás se deben adecuar al cambio para mantener el equilibrio aunque en última instancia todo sistema en equilibrio en algún momento colapsa.

Con lo cual emprendí la magna tarea de desandar todo el camino transitado durante mi etapa de realización personal. Dejé de ser un ama de casa estereotipada, renuncié a los cursos, mandé a mi suegra a romper las pelotas a otro lugar, volví al look jean y zapatillas, el palacio se transformó en una pocilga ya que la ex ama de casa multitarea y multipropósito los sentó a todos juntitos y les informó en un primer comunicado que si querían limpio debían contribuir a ello, con lo cual también estaba informando que había renunciado al título de princesa y me había autoproclamado la jefa del cuartel.

El segundo comunicado fue una afirmación de que esta mujer era una persona y no un artefacto adquirido en una casa de electrodomésticos.

Ante el asombro de mi auditorio, decidí emitir mi tercer comunicado:

-Me volví loca, ¿Cuál es el problema?-.

Era obvio que si no podía contra ellos, me debía unir a ellos: si no los podía convencer que no estaba loca, asumiría mi locura. Hubo un leve intento de amotinamiento por parte de la tropa a lo cual respondí:

-Yo no sufro de locura, la disfruto a cada momento-

Esta historia continuará...

lunes, julio 03, 2006



EL SAPO Y LA PRINCESA

-Versión Pepina del cuento-

Parte I


Hace muchos años me contaron una hermosa historia color rosa donde las peripecias de la princesa terminaban cuando se casaba con su amado príncipe que en algún desdichado momento había sido un sapo gordo y feo.

Gracias al beso de la enamorada, el despreciable sapo se transformaba en un bello y gentil príncipe, candidato firme al tálamo nupcial. Ceremonia mediante comían perdices terminando eternamente felices. Fin. Totalmente fin.

Ni una sola pista para develar el misterio siguiente, pues se daba por supuesto que la felicidad en ese momento conquistada era eterna y no sucumbiría ante los embates de la cruel convivencia y la vida conyugal. Por supuesto que tanto la Madre Naturaleza como el relator fueron sabios y nadie develó el secreto de la saga de dicha historia. Se supone, más bien yo suponía, que la felicidad lograda sería eterna por siempre amén.

Pero hete aquí que el cuento no era tan así como me lo habían vendido y yo diligentemente había comprado. La historia sí tenía una continuidad que en la mayoría de sus capítulos no era rosada, sino más bien tirando a oscura, muy oscura en algunos escalofriantes momentos. La bella morada se había transformado en una cárcel repleta de ropa sucia y gente hambrienta, el lecho matrimonial parecía una sala de sepelios, la TV se había adueñado de todos los diálogos y yo misma parecía venida de otro cuento. Era Cenicienta en versión subdesarrollo. Ni las ratas me daban bola. Hasta mi nombre, ese que me identificaba como persona había desaparecido y en su lugar mis hijos y mi príncipe me llamaban “Ma…ma…ma... ma...” con sonido ovino, de cordero hambriento.


La secuencia narrativa tampoco coincidía, porque hasta donde recuerdo, la parte del sapo y el príncipe para mí no venían en el orden correcto: yo primero había besado al príncipe y luego de una espantosa metamorfosis aparecía casada con un sapo, gordo y feo. También malhumorado. También avaro. También agrio. También, también,...

Recompuesta del susto emprendí un camino harto trillado por la ignorancia de sus transeúntes: el de la realización personal. Me aboqué a cumplir con los requerimientos del estereotipo impuesto para un ama de casa moderna: hermosa y dinámica y activa y culta y emprendedora y todas las demás boludeces que nos quieren imponer para que dejemos de ser lo poco que queda ya de nosotras mismas. Me anoté en cursos de la más variada especie: pintura, italiano y diseño gráfico. Rendí las materias pedagógicas correspondientes a mi carrera para poder ejercer la docencia. Me asomé a las puertas de la metafísica. Prendí velas. Cociné teniendo al Gato Dumas como maestro. Me aclaré el pelo, cambié el look, reemplacé las zapatillas por tacos y las ligas y el portaligas ingresaron en mi guardarropa. La casa completa se transformó en un culto a lo moderno y a las artesanías. Espejos, bronces relucientes, lajas brillantes, flores secas y cristalería: nada era suficiente para recibir dos veces por semana a la Reina Madre, mi suegra, y homenajearla por el solo hecho de haber parido a mi todavía amado príncipe.

Pero pasado el ímpetu inicial y agotadas algunas energías en semejante emprendimiento comencé a percatarme que mi familia me miraba soslayadamente. Con desconfianza. Ese fue el primer descubrimiento. El segundo fue darme cuenta que nada había cambiado en mi entorno aunque éste recibía los beneficios con la boca bien llena y callada. Ellos veían que yo había cambiado, más bien me había pirado en forma hiperquinética.

Estará menopáusica, m’hijito. Algunas mujeres enloquecen-, sentenciaba la Reina Madre mientras le cebaba mate a su principito y los dos juzgaban, al mejor estilo del Santo Oficio, mis esfuerzos por hacer realidad las metas que alguna vez había soñado para el reino donde yo ya no era princesa.

Si en casa sesionaba el Santo Oficio, evidentemente la bruja era yo. Y mientras tomaban mate armaban leño por leño la hoguera donde iba arder la hereje.

Esta historia continuará...