Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

lunes, enero 22, 2007



GATAFLORISMO... de él.


¿Quién lo entiende?

jueves, enero 18, 2007



DE NIÑA A MUJER


Se nota que estoy en mina.

lunes, enero 15, 2007


FIJACION ORAL





Ayer me comí un lemon pie entero.
Yo sola.

miércoles, enero 10, 2007



EL GRAN SECRETO DE CENICIENTA


“Los zapatitos me aprietan,
las medias me dan calor,
y el muchachito
de enfrente…
me tiene loca de amor”


Todas las mujeres sueñan ser Cenicienta.
Yo conozco una a la que el sueño se le hizo realidad... con todos los chiches.

La Vivi era una piba de barrio, devenida a menos después de la separación de sus padres.
De una infancia glamorosa donde nada faltaba y todo sobraba, pasó a vivir con su madre en un sucucho, comer salteado y practicar sexo, drogas y rock & roll. Tendría por aquel entonces trece años.
A los quince ya convivía con un novio.
A los veinte, cansada de una vida sin salida se fue a vivir a Uruguay con otra pareja, oriundo él de Canadá, para tratar de remontar las finanzas con un criadero de perros.
A los veinticinco, nuevamente sola, decide ir a Toronto a probar suerte ya que por aquel entonces luego de De la Rúa ni Argentina ni su familia tenían o querían ofrecerle algo.
Hizo su valijita, regalo lo demás, y emigró al Norte. Su único capital es algo que todavía no mencioné: su belleza. Donde pasaba la Vivi se desmoronaban las columnas y se alzaban los mástiles.
A ver. Sumemos: un master en vida + metro ochenta + un físico que pondría verde a la Cardone + un par de lolas sabiamente compradas + un rostro angelical + modales intachables + una larga cabellera rubia desmechada.
El resultado: en Toronto el sueño se hizo realidad. Un ecuatoriano nacido canadiense pidió su mano una noche en un restaurant francés de Quebec (800 dlls el cubierto).
Se casó vestida por Armani, calzada por Gucci y con un anillo de brillantes de Tiffany.

Hoy vive en los suburbios de Toronto, es la esposa de un ejecutivo, tiene dos hijos, dos autos y el mejor de los cirujanos plásticos que el dinero pueda comprar. Lejos quedó Morón y más lejos aún los pinares al sur de Punta del Este donde se aprovisionaba de piñas para calefaccionar durante el invierno el criadero de perros. Hoy su contacto con la naturaleza son las Galápagos y su deporte favorito snorkel en la Olla del Diablo.

…me olvidaba, hoy tiene una fantasía, porque el sueño ya lo cumplió: acostarse con un negro.
Parece ser que los zapatitos de cristal aprietan y las medias dan calor…



jueves, enero 04, 2007



COMO NACEMOS LOS HIJOS DE PUTA



Los hijos de puta nacemos, pero no por generación espontánea sino a pedido.
Para ser un hijo de puta primero tuvimos que ser reverendos pelotudos con una sola condición: capacidad de aprendizaje.
Hay quien se queda en el primer nivel y no se cansa nunca de su sempiterno estado de estupidez. La respuesta es fácil: no sabe que es un pelotudo o no le arde el orto.

La condición de hijaputez no es un defecto en el sentido en el que la estoy definiendo. Es simplemente una faceta que nace cuando las circunstancias así lo requieren o el vivo/a de turno quiere arrollarnos. Es un efecto de acción y reacción. Es una respuesta a un estímulo. Es la condición de verdugo: no anda cortando cabezas. Lo hace por mandato y cuando la cabeza rodó, a llorar a la iglesia y el ejecutor a guardar la capucha.

Todo en la vida tiene un límite. Los países, las propiedades y las personas. Su existencia pone orden y frena el caos y las ambiciones.
Los países tienen límites establecidos por tratados.
Las propiedades tienen medianeras, alambrados o delimitaciones fehacientemente establecidas.
Las que no tienen los límites claros son ciertas personas en determinados momentos. Entonces avanzan tanto como el otro se lo permita. Y es aquí donde el trasgredido entra en la categoría de pelotudo cuando lo permite y de hijo de puta cuando no.

Hoy cuando me dicen que soy una hija de puta no me ofenden. Simplemente digo:
- Te equivocaste. Yo no soy una hija de puta: soy la madama del burdel-.


Nota de la autora: -Ana, hoy me hiciste salir el mostro. Ahora no te quejes.