EL SOLAPADO
El hijo de puta solapado se enorgullece de serlo, pero ignora que es un hijo de puta.
No se siente como tal, sino que el mundo entero lo ataca y está obligado a defenderse para subsistir.
El es tu amigo. El amigo que te manguea los Cds, el departamento de la costa, que te cae a las 8 de la noche con todos los pibes a cenar y el que te cobra los cinco centavos de diferencia si salieron juntos y pagaron a la romana.
A diferencia del GRAN hijo de puta es capaz de comer mierda con tal de sacar beneficios.
Sería la diferencia entre un caimán y una hiena. El caimán no teme y se traga todo bicho que encuentra porque su naturaleza es ser voraz, pero el solapado no: es cagón y si no se puede comer al bicho, come carroña.
El solapado está prendido en todo, tanto es así que uno si siquiera sabe cuál es su verdadero oficio o profesión.
Hoy es una gestoría del automotor donde prestamista mediante practica usura. Mañana una oficina de cobranzas en la que junto a un par de abogados y un escribano hacen que los muertos firmen, los comatosos vendan propiedades en terapia intensiva y los morosos de turno sean apretados debidamente.
Claro, que no todo es soplar y hacer botellas. Porque siempre se topa con alguno que es más hijo de puta o vengativo que él.
Por ejemplo, si hizo algún negocito con un auto y el rodado fue vendido en más de lo que suponía va a hacer berrinche. Ya pactó una cometa, pero quiere más y como no le dan, escabulle los formularios o el título del automotor. Pero hay gremios con los que no se jode, y después de hacer su pequeña y malvada vendeta, va a tener que retirarse de ciertos escenarios durante algunos años.
El solapado no distingue entre guita y amistad. Y si un amigo no le pudo pagar un documento le va a embargar la casa y después va a llorar los fines de semana que pasaban juntos en la quinta donde comían lechoncito a las brasas: el que había traído su amigo, obvio.
Nunca lo van a ver caminar de día por la calle principal ni en lugares concurridos. Lo verán de tanto en tanto tipo 6 o 7 de la tarde. A oscuras, como los ladrones. Pero guarda que él no es un ladrón: protege su vida. A no confundirse.
Para vos, Ricardo.