Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

sábado, septiembre 06, 2008



GEISHA







Una geisha es la confluencia perfecta entre una tradición ancestral, una actitud de vida de por vida y una obra de arte viviente con cuerpo y seducción de mujer.


Una geisha no es una prostituta. Una geisha tiene una maestría en el arte de entretener a hombres poderosos sin tener sexo con ellos. Una geisha es una mujer respetada en una cultura donde la mujer camina un paso atrás de su hombre.


Una geisha es un espectáculo en sí misma. Ella brinda un espacio donde los clientes disfrutan de una compañía inteligente y son agasajados con todas las artes que ella posee, amen de ser una confidente entendida en cuestiones políticas,
económicas, empresariales y también humanas. Una geisha es garantía absoluta de silencio y discreción.

Las niñas pre adolescentes que serán educadas en tales artes ingresan a las casas de geishas donde quedan bajo la tutela de la dueña de la casa. Allí primero trabajarán como sirvientas y luego, cuando la dueña así lo considere, se transformarán en maicos, aprendices de geishas, y quedarán bajo la supervisión de una geisha que será su maestra y ejemplo.


La cultura en la cual se educan se llama el arte de las flores y los sauces. En ella aprenden a maquillarse, a vestir, música, idiomas, ceremonias tradicionales y demás menesteres. Adoptan un estilo de vida sumamente riguroso en cuanto a su aspecto y lo que ellas ancestralmente simbolizan. Esta educación es muy costosa y son pocas las mujeres que pueden costearla por si solas. Si a esto sumamos que un kimono puede llegar a costar 25000 euros y que necesitan por lo menos cuatro empezamos a comprender la magnitud de los números. Una verdadera geisha tiene un kimono de cada color, dado que estos deben vestirse con adecuación a la estación del año y al entorno que van a manejar.


La que generalmente corre con estos costos es la dueña de la casa y una vez que la maico se convierte en geisha trabaja para devolver su deuda, la que fue contraída en educación, vivienda, estudios y ropa. La mayoría logra devolver su deuda después de más de veinte años de trabajo, a no ser que un danna, un hombre adinerado, se haga cargo de la deuda porque ella, por propia voluntad, decida ser su amante.





Y es así como un día reflexionando sobre estas mujeres y su vida,
rescaté la frase de una de ellas, ya independizada:



- Yo ya pagué todos mis kimonos.