Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

lunes, junio 09, 2008



ABRACADABRA


El versito.


Le pedí a Dios una flor y me dio un jardín,
le pedí un árbol y me dio un bosque,
le pedí un buen polvo y me dio tu número de teléfono.
De vos depende que siga creyente.


La historia.

El sexo en el matrimonio siempre ha sido una cuestión: con los años las carnes se hermanan, aparecen las viruelas y las ganas de joder.

Silvia no fue la excepción y confirmó la regla: en la cama matrimonial se duerme. Por lo que primero acudió a métodos tradicionales para que el kía diera signos de interés y cuando los recursos se agotaron acudió a la bruja. De esas que son como el manosanta. Mezcla de magia, tarot, polvos mágicos y dame 50 yo no lucro lo mío es humanitario.

La bruja le hizo comprar un listado de cosas donde francamente faltaba el kilo de polenta, la harina, la leche en polvo y los fideos. Entre tantas cosas tuvo que ir a una santería y comprar siete velas rojas en forma de pito con bolas (para los que no están léidos en esto aviso que vienen con y sin). Con la bruja Silvia prendió fuego a la cosa. Oraron. Pidieron. Imploraron. Se sentaron a esperar que la divina providencia proveyese… y esperaron (no tuvieron en cuenta que estábamos en el 2001 y el corralito De La Rúa también afectaba a los santos).

Cómo termina la primer parte de esta historia? La bruja cobró, el bicho siguió prófugo y ellos se separaron un par de años despues.

Una separación en términos monetarios significa el doble de gastos para la misma plata.
Como tenían una relación cordial se ayudaron… o acaso no eran casi hermanos?
Cuando él queda sin trabajo le pide a Silvia un dinero prestado para poner un sex shop en la teoría que cuando hay malaria la gente se pone básica…

Pero el tipo estaba meado por Jurassic Park. En un país caliente él tenía un negocio frío: literalmente hablando no vendió una poronga.

La realidad era que el hombre tenía una deuda: la plata que Silvia le había prestado y como efectivo no tenía forzó una venta. Su única venta.

Todavía no adivinaron?...
je…


La moraleja.

Tengan cuidado con lo que piden porque se les puede conceder.

Silvia pidió poronga de su marido pero se olvido aclarar el formato.
Hoy en el garaje de su casa descansan dos cajas tamaño TV llenas de sex toys a precio de venta.




…aunque Ustedes no lo crean.