La Vecindad del Chavo

Versión Pepina

Yo soy dueña de una vecindad. Es un oficio heredado generador de recursos, disgustos, anécdotas y una serie de increíbles personajes.
Siempre me hago la misma pregunta:
-Yo los llamo o vienen solos?
A lo cual me contesto:
-No boluda, sos vos la que los elige.

Hoy voy a hablar de una vecindad: la que doy en llamar la Vecindad del Chavo, versión Pepina.
Esta vecindad consta de dos casas: adelante viven dos mujeres, madre e hija y cuatro pibitos, todos fervientes Testigos de Jehová y atrás una chica soltera con muuuuchas ganas de vivir.

Las Testigos no tienen Tele. La piba tampoco: ella prefiere el reality.
Las Testigos leen la Biblia. La piba levanta muertos.
Las Testigos no celebran la Navidad. La piba hace un culto de la Nochebuena.
Las Testigos luego de cenar van a la cama. La piba se encama.
Las Testigos no escuchan música. La piba sopla la trompeta del Arcángel Gabriel.

¿Qué se le dice a una señora airada cuando su vecina de 24 años corre desnuda por el patio con su amigo de turno?
¿Qué se le dice a la piba? ¿Que su gato desapareció en venganza por la sonoridad de los orgasmos de la noche anterior?
¿Qué se le dice a la señora cuando atrás se festeja una partuza?
¿Cómo se le explica a la piba que adelante hay criaturas con preguntas imposibles de responder cuando ella ya tiene todas las respuestas?

Después de tantas preguntas a uno se le llenan las bolas de tanto justificar las conductas de los otros. Con lo cual a ambas les dije lo mismo:
-Con la plata uno alquila donde mejor le acomode.
Palabras éstas muy peligrosas ya que acá, entre tanto bolonki y Biblia, la que se lleva la guita soy yo.

De esto hace ya un tiempo, nadie se fue, ya van seis años de anécdotas, todas pagan en regla y hasta se podría decir que se empezaron a querer.