El Precio del Dinero

Diversos motivos en la vida me llevaron a relacionarme con personas de todo tipo de extracción social. Algunos de ellos ejemplares únicos en su especie. Muchos de ellos a Dios gracias irrepetibles.

Corría 1992 y por aquel entonces Carlitos P tendría cuarenta y tantos años. Un surfeador nato en el oleaje de la vida y la subsistencia.
No tuve amistad con él en el sentido estricto de la palabra, pero el acercamiento comercial por el tipo de actividad que desarrollábamos en aquel entonces nos había llevado a pasar tardes enteras charlando.

Su padre, un hombre sumamente avaro, había muerto a consecuencia de un infarto generado por una discusión con la mamá de Carlitos: había mandado a la mujer al almacén a comprar un cuarto de queso fresco, y como el lácteo aspectaba bien, ella había traído medio kilo.
El disgusto ante tamaño derroche y un corazón medio capotado hicieron que el hombre pasara a mejor vida dejando de romper las bolas a los demás en ésta.

Cuando Carlitos terminó de contar la anécdota, me puso una mano en el hombro y me dijo:

-Mirá Pepina, hacé caso a este gitano:

Todo lo que en la vida pagás con plata es barato.