Diario de Una Pepina

                                                Historias de una señora que estuvo casada con un reverendo nabo.

viernes, octubre 07, 2005



Esta no es la vida que yo quise para mí.

Parte II


Vimos demasiadas películas románticas cuando adolescentes y muy poco de la realidad que nos circundaba. Nuestros padres fueron los primeros en ocultar. A decir verdad, la gente siempre fue la misma y siempre hizo las mismas chanchadas, salvo que por aquel entonces había cosas de las cuales no se hablaba. Algunos dogmas familiares eran:
- No hay trolos ni trolas.
-Las putas son una NECESIDAD de los HOMBRES.
-Mamá y papá son perfectos.
-Nacimos por generación espontánea.
Claro que circulaban rumores sobre el sexo. Pero eso era para las locas. Mamá no garchaba. Creo que las dos veces que lo había hecho fue para tenernos, con resignación y asco, como correspondía a toda mujer bien nacida, cuando en realidad había bramado desaforada en cuatro patas mientras el viejo sudaba con alegría por detrás. Pero, a la hora de la educación sexual -cuando las papas queman-, la versión light de la porno familiar, fue que mamá concibió adecuadamente un par de bebés. Las mujeres honradas no tenían orgasmos por aquel entonces.
Pero había cosas que no entendíamos, tipo doble discurso. Si la vecinita de al lado rascaba en el zaguán de su casa a la noche o en el coche el noviecito le hacía la endoscopía con la lengua, era PUTA. Esto sin publicidad. Pero Brigitte Bardotte que ya iba por algunos matrimonios, incontables tapas de revistas y más amantes de los que ella misma quería admitir no era PUTA, sino una “mujer liberada” según mamá y papá.
Bardotte que hizo historia y mucha acuñó por aquel entonces una frase que todavía hoy resuena en mis oídos:
-Cuando más conozco a los hombres más quiero a mi perro-
-¿Entonces para qué mierda sale con hombres?- concluía yo como una pichi, por lo que mi moraleja era: la diferencia entre mi vecinita puta y Bardotte liberada era la guita. No se me había ocurrido que también intervenía la fama porque por aquellos años la cosa mediática todavía no estaba presente.
-Entonces, para no ser puta hay que tener guita-, pensaba yo.
A decir verdad, eso jamás cambió: la guita siempre te hace la diferencia.
Después había otra cosa que no encajaba en la estricta moral familiar: a mi hermano papá le decía, supuestamente cuando yo no estaba:
-Pibe, andá y culeate todo- con esa expresión je je je cómplice babeando por la comisura. Ya le había notado esa mirada al viejo, pero no sé si era cuando la vieja se agachaba en la cocina para levantar la cebolla que se le había caído o era que el tuco venía bueno. Lo curioso de esto es que también babeada cuando aparecía Susana Giménez en la tele haciendo Shock!!
Pero si mi hermano salía con la piba de la otra cuadra y se la culeaba la transformaba en PUTA.
-¿Cómo era que papá le permitía y animaba a hacerlo?- Cada vez que mi hermano se culeaba algo, ese algo era la hija de otro padre. Yo era la hija de otro padre, pero mi papá no permitía que nadie me culeara. Pero…
-¿Qué es culear?- Nadie me lo quería decir. No obstante, a pesar de los esfuerzos familiares en contra algo me imaginaba. La gran cagada de todo esto es que con tanto secreto nos habían fomentado la imaginación y ésta, a no ser que seas un creativo y te mandes un brainstorming redituable, no te conduce por buenos senderos. Es el camino de la perdición.
Ése ya era un mal comienzo al que nosotras le agregamos nuestra cuota parte.
No era Sexo, Drogas & Rock and Roll versión hard, era Quiero, Me Pica la Cachucha, Tengo Miedo en versión Z. Como las películas: cine barato, cine berreta, cine Z.
¿Cómo no íbamos a hacer cagadas si había un bache de ignorancia espantoso? Bueno, ignorancia no tanto, en todo caso desinformación. Entre amigas hablábamos despacito de la cosa mientras intercambiábamos figuritas o los apuntes de matemáticas de la vieja Josefa.
Estaba Rosita a la que le explotaban flor de cartuchos en la mano y se quedaba mirando esa sustancia extraña en su palma. A decir verdad, y mirando retrospectivamente, el flaco era La Serenísima. Estoy segura que Rosita no solo miraba. También “degustaba”. Creo que es una de las precursoras del museo “Prohibido no tocar”.
Mientras que Clara que ya se había lastrado algo nos daba alguna información y para borrarle la sonrisa de la cara había sopapearla. Hoy sospecho que la cosa no era tan así y que no había pasado más de una apoyada y gracias.
Mirta, cómo olvidarme de Mirta. Calladita la turra. La jodíamos porque Tito tenía la lengua larga tipo Mick Jagger. Se la bancaba y no retrucaba. Una sola vez lo hizo y nos palmó a todas:
-Sí, larga, y qué bien que la sabe usar-. Silencio sepulcral. Hasta los ratones se quedaron con los ojos tipo el dos de oros. Mirta la calladita. No tocaba, no apoyaba pero qué bien que la pasaba. Ésta de boluda no tenía nada.
Mientras todo esto sucedía y los años pasaban, consumíamos frenéticamente romanticismo: películas románticas, novelas románticas, telenovelas románticas, canciones románticas. Todo tan pulcro y conveniente. Dulces y abnegadas heroínas, con sus blancos plumajes intactos, jamás una pluma revuelta por algún escarceo sexual. Jamás un beso de lengua con un hilo de baba. Las camas se usaban en la escenografía solamente para cuando ella languidecía dulcemente postrada por un accidente, alguna enfermedad paqueta o a punto de morir. Virgen. Entregada pero no entregando. Obvio que se la iban a comer los gusanos antes que los humanos.
Ni que hablar de los protagonistas masculinos: eran tan, pero tan caballeros. Escribían poesías para sus amadas, se dejaban matar por ellas y jamás manosear por las pérfidas y oscuras enemigas de las heroínas siempre sedientas de sexo. Corolario: las heroínas no garchan y las malas sí.
Y toda la información que nos llegaba por esos medios siempre terminaba en el altar: lugar en el cual todos terminaban felices comiendo perdices. Por siempre amén. Felicidad garantida. Y si te la comprabas te bonificaban con un pibe más, un viaje a Europa y tu marido director regional de una multinacional.
Nunca nada de cómo seguía la cosa. Seguramente bien porque mamá y papá eran el ejemplo viviente o al menos eso era lo que dejaban entrever. Pero que mierda importaba si estábamos ávidas de lograr el paraíso.
Y es así que nos casamos. Vestido, fotos, arroz y fiesta y con un montón de ilusiones, regalos, ignorancia sobre la cosa, nos fuimos de luna de miel y cuando volvimos nos estaba esperando el negro de La Matrix para decirnos: “Bienvenidas al mundo real”.
La magia vivió en nuestro hogar dulce hogar un tiempo, año más, año menos, no le hace a la cosa. Lo cierto es que una buena mañana levantó sus petates y se fue a joderle la vida a otro…Mientras que nosotras nos despertamos y vimos que nuestro príncipe azul era un ser vil y flatulento y nosotras unas perfectas harpías. Porque cuando de defectos se trata hay que ser justos y entonces…


Esta historia continuará…

5 Comments:

  • At 9:21 a. m., Blogger MALiZiA said…

    un retrato de un tiempo que no volverá... perfecto con todos los detalles,
    la magia llega te regala su sabor y luego se va, y a vos sólo te queda ese recuerdo en las papilas del corazón.

     
  • At 4:31 p. m., Blogger Cecilia said…

    Jajajajajaja: me gusta cómo contas las cosas. La forma de escribir a mi me da gracia.

    Gracias!

     
  • At 11:45 p. m., Blogger sauria es una mutante! said…

    Pepina, qué groso lo que escribis.. te sigo leyendo...

    saludos

     
  • At 2:32 a. m., Blogger Una Pepina said…

    sauria
    Gracias sauria.

    Besotes.

     
  • At 12:17 p. m., Anonymous Anónimo said…

    esto es muy bueno

     

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